miércoles, 9 de mayo de 2012

¿Puedo tomar una stout?

Maurice Ready tiene dos hijos. Uno de ellos está casado y es padre de dos niñas; el otro, como ocurre en muchas familias irlandesas, es sacerdote. Ambos se turnan para visitarle en la residencia dos veces por semana cada uno, lo que lo convierte en uno de los ancianos más visitados. El que no es sacerdote se llama Maurice, como su padre, y viene una tarde entre semana, solo, y el sábado por la mañana con toda la familia. Sus hijas son dos angelitos rubios cuyas risas y juegos inundan de alegría toda la planta y ponen patas arriba la monótona existencia del resto de los residentes, tropezando con sillas de ruedas, escondiéndose detrás de andadores y tirando por los aires las bandejas de comida provenientes de la cocina. Es delicioso ver la sonrisa que se le pone a su abuelo cuando las ve aparecer por el pasillo y, lo mejor de todo, que le dura todo el día y hasta se va a dormir con ella puesta.
Damien es el hijo sacerdote de Maurice Ready. Nunca viene el fin de semana, tiene que dar misa. Él prefiere los lunes y los miércoles, a última hora de la tarde, a tiempo para acompañar a su padre en la cena, y darle el capricho de permitir que se beba una botella de cerveza negra bien fría que le trae escondida en el abrigo. Por supuesto, si le viera alguna de las monjas de la residencia se la quitaría ipso facto, no se permiten esos vicios bajo su techo, y mucho menos si están contraindicados con las medicinas que toma el anciano. Sin embargo, esto a Damien no le importa porque sabe que su padre espera la cerveza como el acontecimiento más placentero de la semana, junto a ver a sus nietas correr y revolverlo todo. Sin estas pequeñas cosas la cabeza hace mucho tiempo que habría dejado de funcionarle. Pero el caso es que le funciona muy bien. Hoy es uno de los días que no tiene visita y soy yo quien le hace compañía mientras cena e, incluso, le doy algún trozo de salchicha con el tenedor como si fuera un niño pequeño. No suele tener problemas para comer solo, pero algunas noches está especialmente torpe, ralentizado, y es mejor darle de cenar porque si no se acaba quedando dormido sobre el plato. Maurice me pregunta a qué se dedica mi padre. Es jubilado, le digo. Ya, pero antes, ¿qué era?, me vuelve a peguntar. Era empleado de banca, contesto. De repente, un destello de luz cruza momentáneamente sus pupilas que, ensanchándose, me sonríen. Entonces me empieza a contar que él trabajó toda su vida en el Bank of Ireland, que entró de botones muy joven y fue ascendiendo, y que era el mejor trabajo del mundo. ¿Mañana viene Damien?, cambia de tema. Supongo, porque es miércoles y no ha llamado para decir que no venía - Damien siempre avisa-, le digo. ¿Puedo tomar una stout*?, pregunta refiriéndose a una cerveza negra. No, mañana, respondo. Y sin mediar palabra cierra los ojos sonriendo de nuevo, haciéndome saber que tanto la conversación como la cena han terminado para él. Recojo la bandeja, le limpio la boca y le acomodo las almohadas antes de arroparle. Tras correr las cortinas y apagar la luz, me voy sin hacer ruido y, cuando ya estoy en la puerta, oigo a Maurice Ready decir a mi espalda: Que Dios bendiga a tu padre, salúdale de mi parte cuando le veas.

*Stout es el nombre que recibe en inglés la variedad de cerveza negra. Lager y Ale son las otras dos variedades: rubia y tostada, respectivamente.

2 comentarios:

  1. Seguro que ya se han saludado personalmente. ¡Lindos abuelos!

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  2. Jajaja! eso mismo he pensado, aunque Maurice debe de llevar allí ya diez años por lo menos

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