Pili es
una linda regordeta de pelo rosa, con unos mofletes prominentes igual
que su abuelo. Cierto día, cuando aún no sabía su nombre, recién
llegada a este mundo, su abuelo, que aún no sabía que lo era, la
cogió con sus manos y se la llevó. Poco después Pili llegó a una
casa llena de gente y algarabía, donde todos hablaban a la vez y
comían y reían juntos. Entonces su abuelo la tomó a ella y a la
pequeña Lucía y las enfrentó nariz con nariz.
-Mira
Lucía, ¿te gusta? es para ti -dijo el abuelo a la niña
Lucía,
que era una princesa de casi dos años y en casa de sus Bus tendía a
“despiporrarse” de lo lindo, se desasió de los brazos de su
abuelo y salió corriendo diciendo “zi”, pues hablaba con la
zeta.
- Lucía,
¿cómo se va a llamar?- le pregunta el abuelo. Lucía no responde,
está juguetona y no hace caso a nadie.- Dime ¿cómo se llama?-
repite chillando otra vez por si no ha entendido la pregunta…
Lucía contesta: “¡Pili!”
-¿Pili?-
repite extrañado el Bú, que es como Lucía ha llamado a su abuelo
desde que le hacía pedorretas.
- Zi,
Pili- y se ríe arrugando la nariz.
En ese
momento Pili fue bautizada por Lucía y adoptada oficialmente por su
abuelo para siempre.
Pili
adora a ese abuelo que la salvó de la estantería y le dio un hogar
tan divertido y feliz. Muchas veces se ha quedado a dormir en casa de
los Bus y ha disfrutado de las socarronerías de aquel grandullón
comedor de bombones de licor, mientras Lucía le mordía el dedo
gordo del pie a mansalva. Pili tiene todos los dedos comidos y
escucha divertida decir a su abuelo cuando Lucía le quita el
vestido: “¡Ah! una mujer desnuda, fuera de mi vista!”. Es que
su abuelo es un cachondo.
También
a veces se enfada y le dice a la Bú “¡en esta casa hay un agujero
negro donde todo se pierde!”. Por eso Pili no se despega de Lucía,
no vaya a caer en uno de esos agujeros del abuelo.
-
Nuchita, ¡esa niña huele mal!
- ¿Te
has hecho já?- le pregunta la Bú a Lucía , porque Pili es muy
limpia y nunca se hace ni pis, ni pos.
A veces
Lucía lleva a Pili colgando de los pies y ella, con su mirada fija,
suplica al Bú que la coja, pero él está muy interesado viendo los
toros, sentado cabeza abajo en su sillón con el puro y la copa de
pacharán.
- ¡Prrrrrrrffffff! ¡Rocío quita a esa niña de en medio que es
igualita que Bienvenida!- le dice a su hija pequeña, que le saca
dos cuartas a Lucía y tres a Pili.
Pili y
Lucía ríen juntas cuando el Bú, con una servilleta, hace un conejo
parlanchín. Han sido muy felices con ese abuelo enorme que apuntaba
para obispo, pero que antes de casarse con la iglesia decidió,
afortunadamente, casarse con la abuela, Bú. Porque Bú y Bú hacen
un tándem abuelil muy cómico y las niñas se lo pasan de rechupete,
pues cuando uno hace, el otro deshace y así sucesivamente.
Por Violeta Abad