viernes, 2 de noviembre de 2012

La invasión del tweed

Señoras en el autobús
Es inevitable. Llega el otoño, caen las hojas, hace frío y el viento despeina los cardados imposibles de las señoras; mientras ellas lo solucionan todo calzándose un abrigo de tweed. Y es que hay modas sempiternas que acompañan a las abuelas allá donde vayan. No sabemos porqué ni porqué no, pero ciertas prendas, complementos y cortes de pelo se repiten en el mundo abuelil como los mini shorts entre las adolescentes. La pregunta es, ¿hasta cuándo perdurará la moda actual de las señoras? ¿Cómo vestiremos la generación que ahora tenemos 30 cuando seamos ancianas? ¿Llevaremos también abrigos de tweed y pelos de peluquería? He aquí una enumeración de prendas y detalles que no pueden faltar en las abuelas más urbanas. Hasta cuándo durará, eso no lo sabemos, la moda es imprevisible.


1. Pieles
Todas ellas guardan celosamente en sus armarios uno o varios abrigos de pieles, que sólo sacan a pasear -como si fuera una mascota, de hecho, tienen el mismo tacto- en ocasiones especiales. Aquellos anticuadísimos de nutria, garras de astracán o visón las más pudientes; que sus maridos les regalaron allá por el año 70 y que a la gente joven nos dan más grima que otra cosa. Ellas los siguen llevando con orgullo, porque son una prenda cara donde las haya, que en otro tiempo era un inconfundible símbolo de estatus social. 

2. Abrigos de tweed
No sabemos cuándo ocurrió ni si el cambio climático tuvo algo que ver en ello, pero un buen día las abuelas decidieron que los abrigos de pieles no eran cómodos para el día a día. Entonces se pasaron al tweed, ese estampado Chanel que nunca pasa de moda y que aporta elegancia y sobriedad a cualquier look. Y aquí las tenéis, es bajar la temperatura un par de grados y ya están ellas con su Chanel marcando tendencia en la pasarela del transporte público.

3. Permanentes y pelos cardados de peluquería
Esto tiene su explicación, y no es otra que la halopecia. Cuando la mata escasea, lo mejor es ir a la peluquería a que te tapen los huecos ahuecando, nunca mejor dicho, la melena. Sin embargo, es un estilo que se mantiene invariable desde mediados de los 60. Desconocemos el porqué de su éxito y cuál será la nueva moda en peinado que sustituirá al omnipresente cardado.

4. Gafas de sol Xtra-Large
Como un remanente de su adorada Jackie, que entronca casualmente -o no- con los abrigos de tweed, a las abuelas urbanitas les pirran las gafas de sol gigantescas, y si son con logos falsos gigantescos, mejor que mejor. Una pasarela sin fin de Ives Saint Laurents, Chaneles, Givenchys y Diores ocultan sus rostros aportándoles un look misterioso y un tanto anacrónico, reforzado por el cardado; de forma que cuando una las ve, no sabe si es que son conscientemente así de modernas o las gafas se las ha regalado su nieta.

5. Bolsos-baúl de la Piquer
Esto es así, si metes la mano en el bolso de una abuela, que generalmente será grande y de imitación de piel, puedes sacar desde la estampita del Niño del Remedio, hasta un caramelo de menta del año 73 o una amendra garrapiñada de las pasadas navidades. Ellas nunca hacen limpieza de sus bolsos, simplemente van llenándolos de todo tipo de utensilios, y hay quien dice haber encontrado en el bolso de su abuela incluso un exprimidor de limones y un molinillo para hacer capuccino.

6. Maquillaje excesivo
La expresión 'menos es más' no existe en su vocabulario. Para ellas el tono nude es algo inconcebible fuera de la ropa interior porque, volviendo a los 60, lo que les gusta son las sombras de ojos azul eléctrico y verde agua para extenderlas desde el párpado móvil hasta donde la ceja pierde su nombre para convertirse en sien. Eso si hay ceja, porque si no hay, ellas se la inventan, creando un catálogo inabarcable de estilos de ceja pintada nunca antes visto en el mundo de la moda. Ah, y los labios. El rouge es un must en su bolso-baúl, triunfando un tono fucsia que no se lleva desde que Cindy Lauper se retiró de la música.

7. La bolsita de ganchillo en la faja
No se ve ni se nota, pero está. Curtidas en tirones y enfrentamientos con los cacos, las abuelas no dejan lugar a la improvisación cuando se trata de proteger su pensión. Para ello, no salen de casa sin su bolsita de ganchillo para guardar el dinero. No se engañen, en el monedero sólo llevan calderilla. Las perras van ocultas en esta bolsita, que portan generalmente enganchada con un imperdible a la faja, de donde las vemos sacar los billetes para darnos el aguinaldo. Si alguna vez os habéis preguntado si llevaban los billetes sujetos con la goma de las bragas, como la stripper de una barra americana, evidentemente, no.

8. Pendientes de clip
Pero, ¿quién se pone pendientes de clip? las abuelas, que se los compran a las gitanas en la puerta del mercado. Quizás sea porque con la edad los agujeros de las orejas se les han cerrado, o es que los pendientes les resultan molestos. El caso es que son fan de esta modalidad, a mi juicio mucho más incómoda, en la que convive el oro de plástico con los falsos rubíes y las perlas de juguete combinados, normalmente, con un collar largo y apartoso que también les ha vendido la misma gitana del mercado.

Esto sólo es una muestra de la moda abuelil actual que las hace, si cabe, aún más entrañables. Queda por saber, como decíamos antes, si las abuelas del futuro cambiarán sus abrigos de tweed sesenteros por guardapolvos de los ochenta. Enigmas de las generaciones...




3 comentarios:

  1. Estupenda exposición de la moda abuelil urbana. Respecto a la duda sobre el futuro look de abuela, está demostrado que lo que perdura en cada generación es su propia moda de juventud-madurez (ver las madres de las señoras del tweed: de negro o de lunares, con moño bajo y perlas). Las nuevas y jóvenes abuelas ya están aquí y llevan leggins y maxijerseys,botines y mocasines. Las treintañeras de hoy cuando sean abuelas llevarán básicamente lo mismo que se pondrán dentro de diez años.

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  2. Jajajajajajajajajajaja!!!!! No puedo parar de reirme..... ¿Acabare yo igual en una suerte de mimetismo generacional? jajajajajajajjajajaja!!!!!!

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  3. Muchas gracias por la explicación, Maria Antonia. Desde luego tiene toda la lógica.

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